La fascinación de la sala oscura y la pantalla gigante

jueves, 26 de julio de 2007

Arthur y los Minimoys

Buscando qué ver en la cartelera de cine me encuentro con un afiche de lo que definitivamente tenía que ser una animación para niños, cuyo único atractivo parecía ser el subtítulo "Film de Luc Besson". Siendo todo un fanático de los trabajos de Besson (Azul profundo, Nikita, León, El quinto elemento, Juana de Arco, etc.), y acostumbrado a que nada de cercano tienen a Pixar o Disney, lo primero que hago, naturalmente, es exclamar "¿Eh?". Y lo segundo es correr a comprar la entrada. Uno de los momentos que un buen "sobre expuesto" atesora es cuando entra a una película de la que nada conoce, sin ninguna expectativa, y se encuentra sorpresivamente, a medida que la película se desarrolla, con una buena pieza cinematográfica.

Al salir del internado en que estudia, Arthur (Freddie Highmore) vuelve a la casa de su abuela (Mia Farrow). Sitio fascinante para un niño de 10 años, la casa guarda todos los objetos y recuerdos recogidos en los innumerables viajes del abuelo, quien desapareció misteriosamente hace ya algunos años. Un día un hombre aparece en la casa y anuncia que, debido a la deuda que pesa sobre ellos, va a apropiarse de la casa y demolerla para construir un nuevo complejo habitacional, a menos que ellos cancelen la totalidad de la deuda en un plazo de 48 horas. Arthur decide lanzarse a la búsqueda del tesoro que su abuelo escondió en algún lugar cercano a la casa. Sin embargo, para encontrar el tesoro, Arthur descubre que deberá viajar a la tierra de los Minimoys, seres diminutos cuyo reino se encuentra debajo de los terrenos que rodean a la casa.

Esta película debía ser la última del director francés Luc Besson, quien había anunciado, hacia el inicio de su carrera, que sólo dirigiría 10 largometrajes; pero debido al éxito obtenido, y al cariño que le tiene al proyecto, ha emprendido ya dos secuelas de la misma, a ser estrenadas en 2008 y 2009. Basada en una idea de Céline Garcia, dibujos de su esposo Patrice Garcia, y la historia del propio Besson (primero publicada como una serie de libros infantiles), tomó 7 años para completar y un equipo de 200 animadores, aparte del resto del equipo de producción (aunque perdió la oportunidad de ser nominada a un Oscar a la mejor animación porque las secciones animadas de la película no alcanzaban el 75% del total del tiempo de proyección).

Hay que decir que no es una historia demasiado original. Pero es en la ejecución de la idea donde se revela el genio de todo el trabajo. El primer cuadro de la película, que no es animado, pareciera pintado sobre el mundo real, y luego, cuando aparecen los Minimoys y su mundo, se convierte en todo un festín visual y narrativo.

La multitud de referencias encontradas a lo largo de la historia (llevándonos desde "La guerra de las galaxias" hasta "Fiebre del sábado por la noche", y pasando por "La espada en la piedra", "Alicia en el país de las maravillas", "The Matrix", "El señor de los anillos" y pare de contar), algunas escenas difíciles, a mi modo de ver, como historia para niños (hay una que involucra una extraña bebida, con toda la apariencia de una droga, y otra que involucra un posible desnudo femenino, por ejemplo), sumadas a la tensión sexual, nada infantil, de los personajes principales, no la hacen mi opción ideal para llevar a un hijo, o un sobrino. Pero sin duda harán una hora y media de disfrute para nosotros, los ya no tan niños.



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