La fascinación de la sala oscura y la pantalla gigante

jueves, 26 de julio de 2007

Arthur y los Minimoys

Buscando qué ver en la cartelera de cine me encuentro con un afiche de lo que definitivamente tenía que ser una animación para niños, cuyo único atractivo parecía ser el subtítulo "Film de Luc Besson". Siendo todo un fanático de los trabajos de Besson (Azul profundo, Nikita, León, El quinto elemento, Juana de Arco, etc.), y acostumbrado a que nada de cercano tienen a Pixar o Disney, lo primero que hago, naturalmente, es exclamar "¿Eh?". Y lo segundo es correr a comprar la entrada. Uno de los momentos que un buen "sobre expuesto" atesora es cuando entra a una película de la que nada conoce, sin ninguna expectativa, y se encuentra sorpresivamente, a medida que la película se desarrolla, con una buena pieza cinematográfica.

Al salir del internado en que estudia, Arthur (Freddie Highmore) vuelve a la casa de su abuela (Mia Farrow). Sitio fascinante para un niño de 10 años, la casa guarda todos los objetos y recuerdos recogidos en los innumerables viajes del abuelo, quien desapareció misteriosamente hace ya algunos años. Un día un hombre aparece en la casa y anuncia que, debido a la deuda que pesa sobre ellos, va a apropiarse de la casa y demolerla para construir un nuevo complejo habitacional, a menos que ellos cancelen la totalidad de la deuda en un plazo de 48 horas. Arthur decide lanzarse a la búsqueda del tesoro que su abuelo escondió en algún lugar cercano a la casa. Sin embargo, para encontrar el tesoro, Arthur descubre que deberá viajar a la tierra de los Minimoys, seres diminutos cuyo reino se encuentra debajo de los terrenos que rodean a la casa.

Esta película debía ser la última del director francés Luc Besson, quien había anunciado, hacia el inicio de su carrera, que sólo dirigiría 10 largometrajes; pero debido al éxito obtenido, y al cariño que le tiene al proyecto, ha emprendido ya dos secuelas de la misma, a ser estrenadas en 2008 y 2009. Basada en una idea de Céline Garcia, dibujos de su esposo Patrice Garcia, y la historia del propio Besson (primero publicada como una serie de libros infantiles), tomó 7 años para completar y un equipo de 200 animadores, aparte del resto del equipo de producción (aunque perdió la oportunidad de ser nominada a un Oscar a la mejor animación porque las secciones animadas de la película no alcanzaban el 75% del total del tiempo de proyección).

Hay que decir que no es una historia demasiado original. Pero es en la ejecución de la idea donde se revela el genio de todo el trabajo. El primer cuadro de la película, que no es animado, pareciera pintado sobre el mundo real, y luego, cuando aparecen los Minimoys y su mundo, se convierte en todo un festín visual y narrativo.

La multitud de referencias encontradas a lo largo de la historia (llevándonos desde "La guerra de las galaxias" hasta "Fiebre del sábado por la noche", y pasando por "La espada en la piedra", "Alicia en el país de las maravillas", "The Matrix", "El señor de los anillos" y pare de contar), algunas escenas difíciles, a mi modo de ver, como historia para niños (hay una que involucra una extraña bebida, con toda la apariencia de una droga, y otra que involucra un posible desnudo femenino, por ejemplo), sumadas a la tensión sexual, nada infantil, de los personajes principales, no la hacen mi opción ideal para llevar a un hijo, o un sobrino. Pero sin duda harán una hora y media de disfrute para nosotros, los ya no tan niños.



viernes, 13 de julio de 2007

The Matador

Un amigo es alguien al que uno conoce muy bien, y aun así lo quiere. Es decir, alguien a quien uno quiere no tanto por lo que es, sino a pesar de lo que es.

Cuando Danny (Greg Kinnear), vendedor, y Julian (Pierce Brosnan), un "facilitador de fatalidades", se conocen en un bar en Ciudad de México, ambos pasan por lo que podría denominarse una "crisis de la mediana edad" en sus respectivas vidas, cada uno con los matices particulares de su profesión: Danny se siente un fracasado, a punto de perder el negocio que tanto ha esperado y que podría garantizarle seguridad económica para él y su esposa; Julian se enfrenta a los dilemas morales de su profesión y al desgaste y la soledad en el que ella lo dejan. Este encuentro casual entrelaza sus vidas y los lleva a la más extraña de las amistades.

Deshacerse de la imagen y rutina de James Bond debe ser un trabajo de tiempo completo para Pierce Brosnan, y uno de esos retos que pocos actores logran. En "El sastre de Panamá" (2001), Brosnan caricaturiza al típico personaje de espía, y ahora en esta deliciosa comedia, que él mismo produjo, hace un salto mayor (con una actuación aclamada por los críticos) hacia un personaje que es un verdadero mamarracho: vulgar, grosero, casanova desgastado, pedófilo, y perdiendo las habilidades en un oscuro oficio del que alguna vez fue la estrella. Aun así Danny sinceramente opina que es "un tipo muy agradable".

La sola escena donde Julian atraviesa la recepción del hotel apenas vistiendo un traje de baño, botas de vaquero y lentes oscuros, con un cigarro en la boca y cara de ratón crónico, valdría para exclamar "¿Quién? ¿Él? ¿James Bond? No, no puede ser". La mitad de las personas que aparecen atónitas en la escena eran huéspedes reales del hotel, que sin duda estarían preguntándose lo mismo.

Esta historia (comedia oscura, personajes excesivos, oda a la amistad incondicional) fue concebida por el mismo director, Richard Shepard (director de "Ugly Betty", la aclamada versión estadounidense de la muy conocida novela colombiana "Betty la fea") como una prueba para la próxima película sobre el personaje Thomas Crown, "The Topkapi Affair", aun en producción. Y a pesar de que, en la película, el personaje de Julian viaja a Viena, Las Vegas, Moscú y Manila, el film fue totalmente rodado en Ciudad de México.

Cuando los detalles del destino de los personajes se revelan, queda claramente ante nosotros no sólo una película muy entretenida, sino una verdadera exploración del corazón humano. Que hasta un asesino lo tendrá, ¿no?

Artículo publicado en Ajoporro el 6 de julio del 2007



jueves, 12 de julio de 2007

Blade Runner

La gente de IRIBARREN Films ha publicado un excelente artículo sobre la película de culto "Blade Runner" (1982).

Todo fanático de la ficción científica seguramente habrá visto esta película, tan importante como "Star Wars" en la historia de este género cinematográfico, aunque menos conocida. Y si no la has visto, aun estás a tiempo: luego de años de disputa sobre las distintas versiones de la película, a mediados del 2001 el director Ridley Scott completó una versión definitiva (con video, audio y efectos mejorados digitalmente, y con los cambios aceptados por él) que pronto saldrá al mercado en formato DVD, e incluso se ha anunciado que será proyectada en cines.





Y mientras esperamos, nos podemos divertir un rato con esta parodia de varias películas de ciencia ficción, incluida "Blade Runner":



viernes, 6 de julio de 2007

Children of men

"Children of men" (Los hijos del hombre, 2006) nos coloca en Inglaterra en un no muy distante futuro en el que la humanidad ha perdido la capacidad para procrear. No hay niños en el mundo (la persona más joven tiene 19 años) y sin niños no hay futuro. La humanidad ha perdido toda esperanza y está autodestruyéndose poco a poco: las economías colapsan y los pocos países que aun subsisten se encierran tras sus fronteras, mientras la inmigración ilegal aumenta cada día. Theo (Clive Owen) vive cómodamente aislado de los problemas del mundo. Un día es secuestrado por los miembros de un movimiento rebelde, liderados por Julian (Julianne Moore), ex-esposa de Theo, quienes necesitan de su ayuda para hacer llegar a Kee (Clare Hope-Ashitey) a un refugio en el mar, donde se supone que el "Proyecto Humano" está buscando una cura para la infertilidad que aqueja a la humanidad, y de la que Kee pudiera ser una clave. Theo acepta a regañadientes. Sin embargo, cuando las cosas se ponen difíciles, Kee encuentra en él la ayuda que necesita.

Esta no es una película fácil de ver, sin duda. La primera mitad, marcadamente apocalíptica, nos sumerge en los estragos de una civilización que desaparece bajo el peso de la desesperanza; mientras en la segunda, transformada en relato épico, y filmada en un estilo casi periodístico de frente de guerra (cinéma vérité), la protección de una persona y la llegada a un destino, marcan el agitado ritmo de la historia.

En medio de este tumulto, Theo, quien inicialmente lo vemos como un cínico sin esperanza, que no le presta mucha atención a nada, se nos revela poco a poco como un personaje heroico por demás particular: nunca usa, o siquiera toca, un arma de fuego, y buena parte del film lo pasa "en chanclas", sin perder su dignidad. La cámara acompaña este proceso: mientras más se revela su lado heroico y más se conecta con el personaje de Kee, aumentan los primeros planos y acercamientos a Theo, acercándonos emocionalmente a este personaje, y, a través de él, al drama que lo rodea.

El director Alfonso Cuarón, ya famoso por filmes como "Harry Potter y el prisionero de Azkaban" (2004), "Y tu mamá también" (2001) y "Grandes esperanzas" (1998), nos deslumbra en esta película con un recurso que ya había usado en otros de sus trabajos anteriores: las tomas largas. La más larga de todas, una escena de batalla de más de 6 minutos continuos, sencillamente brillante, y de una dificultad técnica impresionante, tomó casi dos semanas de planificación y coreografía precisa, y unas 5 horas de preparación de nuevo, cuando algo salía mal.

"Children of men" no es una película para relajarse los domingos, pero es sin duda la mejor película de las que han llegado a nuestras carteleras en lo que va de año.

Artículo publicado en Ajoporro el 29 de junio del 2007



viernes, 22 de junio de 2007

El fabuloso destino de Amélie Poulain

Hay películas, y libros, que son como el chocolate: no importa cuántas veces lo hayas comido en tu vida, siempre sentirás ese exquisito placer al comerlo una, y otra, y otra vez. Amélie es un excelente ejemplo de esto. Yo la he visto ya unas… qué importa, quién lleva la cuenta, ¿no?

Amélie (con su carita y sonrisa de caricatura y su expresión un poco acontecida e inocente, como el Charlot de Chaplin) vive en una idílica versión de un París perfecto, rodeada de un abanico de personajes que representan todo un diccionario de rarezas y excentricidades. Disparada por un evento totalmente casual, ella se embarca en una cruzada para cambiar las vidas de los que la rodean con anónimos actos de bondad. Pero, ¿quién le cambiará la vida a la solitaria Amélie?

El cine que frecuentemente vemos está muy centrado hacia el final de la película: la hora y media promedio que pasamos en la sala de cine es una recolección y generación perenne de tensión (¿logrará el éxito nuestro atrevido héroe?, ¿quién asesinó al viejo Sinclair?, ¿con quién se quedará la confundida Srta. Fortune?), hasta que se nos revela la tan esperada resolución de la historia. Por ejemplo, toda esta camada de venezolanos, aficionados o no tanto al cine, sin duda recordará para toda su vida el vainón que nos echó Luis Chataing cuando nos contó el final de la película "Sexto sentido".

Aquí se marca la primera fundamental diferencia de Amélie con el resto de las películas. Yo podría contarles toda la película, detallarles el argumento y los personajes, el "fabuloso destino" de la protagonista, incluso revelarles sin ningún pudor el final, y de todos modos nada haría: la película es un festín de principio a fin, y cada escena de ella es un cuadrito de chocolate para saborear y disfrutar. Los encantos del personaje, la fuerte narrativa visual, la exquisita banda sonora de Yann Tiersen: todo eso no se puede ni de cerca contar, todo eso hay que verlo.

El personaje de Amélie usa un muy delicado recurso denominado "romper la cuarta pared": mira directamente a la cámara y le habla al espectador de la película. Con esto logra acercarse a nuestra realidad, desde la ficción de su mundo de película, y lograr muy fácilmente nuestra complicidad en sus aventuras.

Hoy voy a hacer todo un lujo de la vehemencia con la que gustan describirme algunos de mis más cercanos amigos: declaro de manera unilateral e irrevocable la absoluta imposibilidad de NO disfrutar esta película. Los que habían apostado por mi parcialidad hoy podrán recuperar su inversión.

Artículo publicado en Ajoporro el 15 de junio del 2007



viernes, 15 de junio de 2007

El odio

Disturbios en uno de los banlieue de París (suburbios que rodean a la ciudad de París). El joven Abdel yace en coma, luego de ser arrestado en los disturbios y golpeado por la policía. Vinz (Vincent Cassel), judío, lleno de rabia, dispuesto a todo por ganarse respeto, amenaza con matar a un policía si su amigo Abdel muere. Hubert (Hubert Koundé), negro, traficante de drogas de poca monta, contempla, con toda la calma que puede, el ambiente en el que crece, el odio que se respira, mientras sueña con ser un boxeador profesional y salir del banlieue. Saïd (Saïd Taghmaoui), árabe, hablador sin freno, columpiándose siempre entre la audacia y el miedo, guarda el delicado balance entre sus dos amigos. Un anuncio se repite en la televisión: un policía ha perdido un arma durante los disturbios. El reloj corre…

El odio (1995), una de las joyas de la filmografía francesa de los últimos años, tiene una lista de nominaciones bien larga, ganando finalmente, entre otros, premios como el Cesar a la mejor película y mejor edición, y a la mejor dirección en Cannes. Es el segundo largometraje de Mathieu Kassovitz (con sólo 28 años para el momento de la realización), quién además escribió el guión, trabajó en la edición e incluso hace una aparición en el film, como miembro de un grupo de "cabezas rapadas" con el que se tropiezan los protagonistas. Kassovitz, en su rol de director, nos ha brindado películas como "Los ríos color púrpura" (2000) y Gothika (2003); y como actor ha participado en filmes como "El quinto elemento" (1997), Amelie (2001) y Munich (2005), entre otros muchos.

La película fue filmada en color, pero fue transformada a blanco y negro durante el montaje. En las palabras del director: "para mi, la única manera de recordarle a la audiencia que no están viendo una comedia o un drama sentimental es hacer una película en blanco y negro". De hecho nos encontramos ante una mezcla de ambas cosas, una "comedia dramática", ya que su estilo documental (hecho subrayado por la ausencia de música incidental) nos sumerge en la crisis de los banlieue, la problemática de los inmigrantes, la falta de esperanzas y de reconocimiento de los jóvenes, la represión de la policía francesa (muchas veces acusada de racismo) y toda la violencia que este cuadro genera; pero, a pesar de toda esta difícil situación, los personajes no dejan de hacernos reír de sus infortunios y de las ridículas situaciones en que se involucran.

Este complicado drama de violencia urbana, puesto de nuevo a la luz con los disturbios del 2005 en Francia, empapa sin duda a todas las sociedades del mundo. Basta recordar otros filmes como "Ciudad de Dios" (Brasil, 2002), "Haz lo correcto" ("Do the Right Thing", USA, 1989) y la más cercana "Secuestro express" (Venezuela, 2005).

Artículo publicado en Ajoporro el 8 de junio del 2007



viernes, 8 de junio de 2007

El número 23

Los números son fascinantes. Sus misterios y encantos nos pueden tanto divertir, como torturar. Tenemos el 1 absoluto, el 7 de buena suerte, el 13 de mala suerte, el 0 grandioso descubrimiento, el 3 del misterio divino… y ahora, ¿el 23 maldito?

Walter (Jim Carry) es un tipo con una vida bastante aburrida. Trabaja como oficial de control de animales y un día cualquiera, a regañadientes porque es el último minuto de su turno, atiende un llamado para atrapar a un perro. Esto lo hace llegar tarde a su cita con su esposa Agatha (Virginia Madsen), quien, en la espera, entra a una librería (curiosamente) llamada "A novel fate" (Un destino de novela) y compra un libro titulado "El número 23", como regalo para su esposo. Mientras Walter avanza en la lectura del libro va encontrando similitudes cada vez más preocupantes y perturbadoras entre la novela y su propia vida, y se va dejando arrastrar por el tortuoso camino de la obsesión.

¿Pudiera el número 23 penetrar sin miramientos todas las cosas de este mundo? ¿Pudiera explicar y perseguir todos los conceptos humanos o no? ¿Es la revelación última, la página que le faltaba a los grandes libros de la historia? ¿O acaso Walter sólo está enfrentado a una revelación personal, a un muy íntimo juego kármico?

Todos conocemos el tipo de papel por el que se ha caracterizado Jim Carrey en su carrera. Criticarlo, como hacen muchos, por ser "muy payaso" sería como decir, por ejemplo, que no nos gusta el azúcar porque es muy dulce, todo un contrasentido. Pero últimamente nos ha brindado personajes más complejos, como el de esta película (o como el personaje de Joel en la película "Eternal Sunshine of the Spotless Mind", sobre la que escribí hace unas semanas); lo cual, paradójicamente, le ha valido críticas por no ser papeles de comedia. No se puede complacer a todo el mundo, definitivamente.

Para extender la obsesión más allá de los límites de la ficción de la película, este es el vigésimo tercer filme del director Joel Schumacher y Jim Carrey ha nombrado a su compañía de producción JC23. Con toda seguridad, un poco de tiempo libre nos revelaría multitud de coincidencias del número 23 a nuestro alrededor; o, puestos a esta tarea, incluso de cualquier otro número. La cuestión sería hasta dónde podemos dejar a esta "sobre exposición" tomar el control. Vayan a ver la película y formen su propia opinión. Mientras tanto, yo seguiré jugando con algunas revelaciones del 23 en mi propia vida.

Artículo publicado en Ajoporro el 1 de junio del 2007



viernes, 1 de junio de 2007

El Perfume

Esta película está basada en la novela del mismo nombre del escritor alemán Patrick Süskind, publicada en 1985. El productor Bernd Eichinger logró convencer a Süskind de que le vendiera los derechos para la realización del filme luego de varios años de insistencia (la larga negociación incluso fue satirizada en la película Rossini -1997- para la que el mismo Süskind escribió el guión). No es la primera vez que Eichinger enfrentaba el reto de adaptar una novela al cine, pues ya había producido, entre otras, las muy famosas "El nombre de la rosa" (1986) de Umberto Eco y "La casa de los espíritus" (1993) de Isabel Allende, así como la controversial "La caída" (2004), sobre los últimos días de Hitler.

Muchos directores habían mostrado interés en la realización de esta película: la lista incluye nombres como el de Ridley Scott, Tim Burton, Martin Scorsese, Milos Forman e incluso Stanley Kubrick, del que se sospecha que había logrado un acuerdo preliminar con Süskind, y que luego expresó que la novela era "imposible de filmar".

La historia nos lleva por la vida de Jean-Baptiste Grenouille, "uno de los hombres más geniales y abominables de una época en que no escasearon los hombres abominables y geniales". Nacido con una total y perturbadora ausencia de olor, pero paradójicamente con un incomparable sentido del olfato, Grenouille se hace aprendiz de perfumador para perseguir su obsesivo sueño de crear un perfume perfecto. El espectador, así como el lector de la novela, es expuesto de manera tan cercana al personaje, a su pasión por los olores, y su necesidad de amor y reconocimiento, que es casi imposible no simpatizar con él, e incluso desear su éxito en el macabro camino al que su obsesión lo empuja.

Es impresionante el nivel de realismo mostrado en la producción de la película. Un detalle resalta a este respecto: el equipo de producción incluía un "Dirt Surface Crew" (Equipo de suciedad de superficies), encargado exclusivamente de cubrir con una capa de suciedad todas las paredes y otras superficies que aparecerían en cámara, y de limpiarlas cuidadosamente luego de la filmación, ya que algunas de los escenarios de filmación eran parte de ciudades reales, como Barcelona.

La música de la película fue compuesta por el mismo director, Tom Tykwer, mientras se escribía el guión, lo cual le permitía, según dice, "encontrar imágenes a través del proceso de composición". Al comenzar la filmación la mayoría de la música ya estaba compuesta, así que podían, en un hecho casi sin precedentes en la historia del cine, ponerla mientras se filmaban las escenas, y hacer que los actores reaccionaran ante ella.

Si no has leído la novela, sin duda disfrutarás de esta fascinante historia; y si ya leíste, esta magnífica adaptación seguro te complacerá.

Artículo publicado en Ajoporro el 25 de mayo del 2007



viernes, 25 de mayo de 2007

Little Miss Sunshine

Visto de cerca, nadie es normal. Y en manadas… perdón, en familias, la cosa se pone aun más complicada. El cine nos da muchos ejemplos de familias desastrosas y problemáticas (desde "Belleza americana" hasta "Los excéntricos Tenenbaum", por nombrar solo unos ejemplos recientes) que nos hacen sentir afortunados por estar en una familia "normal", o que por el contrario nos hacen darnos cuenta hasta donde la nuestra no lo es.

El coctel de disfuncionalidades de la familia protagonista de Little Miss Sunshine
está conformado por Sheryl (Toni Collette), una madre estresada, empeñada en mantener todo en calma en una familia que tiene poco de sano; Frank (Steve Carell), el hermano, profesor de literatura, experto en Proust, homosexual y que acaba de intentar suicidarse debido a una decepción amorosa; Richard (Greg Kinnear), el padre, maniático del éxito y de la imagen del ganador; Dwayne (Paul Dano), el hijo, típico adolescente angustiado, lector de Nietzsche y en voto de silencio como prueba de fortaleza para alcanzar su meta: convertirse en un piloto de pruebas de la fuerza aérea; Edwin (Alan Arkin), el abuelo, veterano de la segunda guerra mundial y adicto a la heroína; Olive (Abigail Breslin), la hija, quien sueña con participar en un concurso de belleza infantil, empujada por las ansias de éxito de su padre y apoyada por el entrenamiento del abuelo. Lo pone muy bien Dwayne cuando recibe a Frank con una nota que dice "Bienvenido al infierno".

Todos estos personajes se embarcan en un viaje a California, al concurso de belleza infantil Little Miss Sunshine (en el que la pequeña Olive ha calificado para participar), a bordo de la VW bus de la familia, miembro no menos importante de ella, y que por supuesto tiene sus propias disfuncionalidades para compartir: la caja de cambios no funciona y la corneta suena de manera espontánea y errática. El camino, esa exquisita metáfora compartida por todas las artes, les reserva sorpresas y problemas, los reúne en una muy poco convencional terapia de grupo, donde podrán reconciliarse un poco con ellos mismos y con las particularidades de los otros miembros de la familia.

Pero lo que separa a esta película de la típica película de familia disfuncional, o del muy usado recurso del viaje-que-arregla-todo, es el finísimo humor con que nos hace cómplices de cada personaje, y que mantiene en un muy delicado equilibrio al desastre a punto de ocurrir que son todos ellos en el mismo sitio por más de unos minutos seguidos. Definitivamente la disfrutarán. Si es solos, o reunidos en familia, dependerá de sus propios catálogos de disfuncionalidades.

Artículo publicado en Ajoporro el 18 de mayo del 2007



viernes, 18 de mayo de 2007

Good Bye Lenin!

La vida de Christiane (Kathrin Sass) gira en torno a su ideología, a las promesas de la izquierda, a las luchas y reivindicaciones de su querida República Democrática Alemana. Un día sufre un ataque al corazón y cae en coma. Mientras ella duerme su sueño profundo, cae el muro de Berlín y se produce la reunificación alemana. La izquierda ha perdido la partida. Al despertar, el mundo que Christiane conocía ha desaparecido, y la "decadencia de la sociedad burguesa y consumista de occidente" ha tomado por revuelo su tierra. Su delicado estado de salud le prohíbe sufrir la menor exaltación. Alex (Daniel Brühl), su joven hijo, no tiene otra opción que emprender la quijotesca tarea de salvar a su madre de una nueva realidad que podría, sin duda, acabar con ella.

Esta conmovedora historia nos brinda varias lecturas posibles. Alex nació en una sociedad que él no escogió, y que le prometía mucho, pero que no lograba cuajar sus ofrecimientos. Creció adorando a su madre, pero sintiéndola un poco parte de ese Estado socialista que lo decepcionaba. Pero ahora, con su madre en tan delicada condición debe asumir para si el rol que tantas veces despreció: él es ahora el Estado protector, él es todos los mecanismos de propaganda que construyen la realidad que su madre necesita para mantenerse a flote. Él es también ahora, y esto es mucho más importante, el amor incondicional materno que él siempre dio por sentado, y que ahora aprende a asumir como su responsabilidad más importante, tragándolo a pedazos muy grandes en el proceso.

Crecer duele. Alex, como la recién unificada república alemana, es un adolescente a quien no le queda más remedio que crecer, sin importar si están preparados o no para lo que eso significa. En el proceso revisan su historia, se lamen sus heridas, reajustan sus creencias y se reconcilian poco a poco con su pasado, todo a la vista del futuro, incierto y tentador.

El viaje de Alex y su madre no por duro deja de estar lleno de situaciones bizarras e hilarantes, y es una aventura digna de disfrutar en su compañía. Mientras tanto acompáñennos a Alex y a mi diciendo: ¡Feliz día de las madres!

Artículo publicado en Ajoporro el 11 de mayo del 2007



viernes, 11 de mayo de 2007

Eternal Sunshine of the Spotless Mind

Alguien una vez me dijo que cuando decía una mentira procuraba tener a alguien más de testigo para que luego le pudiera recordar que fue lo que realmente pasó, porque cuando decía una mentira, esa mentira se convertía en su realidad. Nuestra memoria hace exactamente eso con nosotros: se supone que nos diga lo que pasó, pero en realidad nos dice lo que nosotros queríamos recordar de eso que pasó. ¿Qué sucedería si encima de ese mecanismo alguien estuviera jugando Counter Strike con nuestra memoria? ¿O qué harías si algún día recibieras una tarjeta por correo que dijera "Alguien que conoces te ha borrado de su memoria"? Esa fue exactamente la imagen que inspiró esta película.

La historia, que mereció un Oscar al mejor guión original en el 2004, nos cuenta lo que sucede luego de que Clementine (Kate Winslet), harta de Joel (Jim Carrey), decide contratar los servicios de la empresa Lacuna para borrarlo de su memoria. La narración puede ser un poco difícil de seguir, ya que estamos expuestos a la memoria de los personajes, no siempre fiel, y los efectos de borrar esos recuerdos, así como a los constantes saltos entre el pasado y presente dentro de esas memorias. Pero en eso precisamente está el encanto de la película.

A pesar de lo complicados y neuróticos que pudieran parecer los personajes, la película tiene mucho de frescura, quizás dada por la cantidad de improvisación que incluyó en su producción: los actores improvisaron muchos de sus diálogos; escenas completas de conversación entre Joel y Clementine fueron tomadas de las sesiones de ensayo, mientras ambos actores se contaban sobre sus propias vidas; incluso la escena completa del circo pasando por la calle no estaba en el guión original, y fue incluida cuando casualmente un circo pasó cerca del sitio donde se encontraba el equipo de producción, y se decidió que serviría para la película.

Michel Gondry, director de la película, es famoso por sus videos musicales (Björk y Massive Attack, entre otros muchos) así como por sus comerciales (incluyendo un multipremiado comercial para Levi). Pero, aun más importante para los sobre expuestos, él es el inventor de la técnica de múltiples cámaras que toman fotos alrededor de un objeto, técnica que hizo famosa la película "The Matrix" (1999). A pesar de este extenso "pasado digital", casi todas las escenas en las que viajamos por la memoria de Joel y Clementine (escenas por demás extrañas y fascinantes, tanto desde el punto de vista cinematográfico, como narrativo y hasta psicológico) fueron hechas con los tradicionales efectos de edición, cámara, iluminación, etc., sin ayuda de efectos visuales digitales.

Artículo publicado en Ajoporro el 4 de mayo del 2007



viernes, 4 de mayo de 2007

La marcha de los pingüinos

Antes que sobre expuesto, fui tvadicto (tvidiota lo llamaban los sociólogos), en una época donde aun no existía el cable. Con el tiempo fueron llegando MTV, Discovery Channel y otros muchos. La vida se veía distinta para toda una generación. Discovery era una fuente inagotable de información: se nos ofrecía todo el conocimiento del mundo en la caja negra de la sala. Poco a poco Discovery pasó de ser un canal exclusivamente de documentales a ser otro canal más de entretenimiento. Con ese paso surgieron otro género de documentales. "La marcha de los pingüinos" (o "La marcha del emperador", en su traducción del original) es una de las mejores muestras de esa nueva ola de documentales, ahora convertidos en hermosas expresiones del séptimo arte.

Narrado como documental, pocos nos quedaríamos en el canal viendo la vida de un pingüino. Convertida en historia para la gran pantalla, "La marcha de los pingüinos" nos hace maravillarnos con el recuento de un año en la vida de una familia y una comunidad de pingüinos emperador: la hermosa historia de amor de una pareja, el cortejo, sus pequeños rituales y símbolos, sus encuentros y despedidas, el surgimiento de la vida entre ellos; la lucha por la supervivencia, los peligros de la vida salvaje, los rigores del gélido invierno antártico; la aventura de los viajes, sus juegos en "casa", un mundo por descubrir para la pequeña cría. Uno casi se olvida que son "simplemente" pingüinos. En conjunto la narración es casi una obra de escultura con imágenes, como debe haber sido la labor de edición.

La película tuvo un éxito tan grande que, para el momento de la entrega de los Oscar del 2006 (se llevaría el Oscar al mejor documental de ese año), había superado en taquilla a todas las 5 nominadas a mejor película. La música, a cargo de Emilie Simon, fue nominada a un premio Cesar, y es una joya por mérito propio.

Todos estos elementos la convierten en una película que no debemos perdernos de ver. Al final incluso aprenderemos mucho de la vida de estos pequeños seres, eternamente vestidos de gala, en este magistral "documental".

Artículo publicado en Ajoporro el 27 de abril del 2007



viernes, 27 de abril de 2007

Closer

Somos lo que comemos. Pero somos aun más las decisiones que tomamos. Y de todas las decisiones que tomamos, las que tienen que ver con el amor y la pareja, son las que más reflejan lo que realmente llevamos por dentro, quienes somos en realidad, sin la máscaras y las racionalizaciones. Por eso quizás hay tantas películas sobre triángulos amorosos: esa situación nos forza a tomar las decisiones mas dramáticas con respecto al amor. Pero hoy quiero comentar sobre una película que no contiene un triángulo amoroso, sino un cuarteto amoroso: Closer.

No es común ver en una película el nivel de profundidad en los personajes que se disfruta en esta (si obviamos lo difícil que es concebir a Julia Roberts como una maníaco-depresiva, y lo poco que ayuda a eso su pobre actuación): cuatro personajes que el deseo lleva a pasar de extraños a amantes, pero que sus decisiones los convierte en extraños de nuevo. Afortunadamente la delicada dirección de Mike Nichols nos ahorra todo el exceso de drama que las decepciones amorosas de la mayoría de las películas nos arroja desde la gran pantalla, y nos lleva casi calmadamente, podríamos decir, en una sucesión de momentos, cruces, intimidades y exquisitos diálogos, que dibujan con sutileza el alma de estos cuatro personajes, con suficiente material como para que cualquiera de nosotros nos hallemos un poco en sus zapatos.

El personaje de Alice (Natalie Portman) se rehace mas de una vez en la historia, demostrando una entereza admirable, mostrándonos quizás cómo no es importante lo que se decida, sino asumirlo con firmeza. Si pudiera hablarse de un ganador en esta clase de situaciones, sin duda ella lo sería.

Y tú, luego de ver esta película, ¿cómo decidirías?

Artículo publicado en Ajoporro el 20 de abril del 2007

viernes, 20 de abril de 2007

De Casablanca a Baraka

"¿Te gusta el cine?". Eso es como preguntar si te gusta la música: todo el mundo responde que si. Muy pocas personas en nuestra cultura (yo personalmente no he conocido a la primera) no han quedado alguna vez en su vida fascinados en una sala oscura con una pantalla gigante, por algo que un personaje de una película ha hecho o dicho, por algo que una película les ha mostrado. Pero por algo existe la palabra cinéfilo (Aficionado al cine*). Esas personas que, para el resto del mundo, ya han cruzado la delgada línea de la salud mental en lo que a cine se refiere, debido, principalmente, a lo que clínicamente debería llamarse "sobre exposición al cinematógrafo". Bienvenidos a mi vida.

Pero no escribo para estos sobre expuestos. Escribo para la otra mitad. ¿Te gusta el cine? Sírvete una taza, y conversemos.

Hay dos películas que representan, para mi, dos extremos de muchos conceptos que adoro en el cine: Casablanca (1942) y Baraka (1992).

Todos hemos escuchado el nombre de ese monumento, Casablanca. Casi todos reconocen las referencias a ella, en otras películas, en comerciales, etc. Muchos saben un poco de la historia, o de los personajes. No todos la han visto. Debo confesar que yo mismo la vi muchos años después de presentar los primeros síntomas de sobre exposición.

Pocas historias en el cine han sido tan memorables (Digno de memoria*). Cada vez que cualquiera de los personajes abrió la boca en los 102 minutos de cinta dejó para la posteridad alguna frase de una solidez y contundencia tal que, aun 65 años después, seguimos teniéndolas a mano; y la historia de amor y sacrificios de los personajes aun nos conmueven al verla, una y otra vez. Es la máxima historia del cine.

Por otro lado, un poco menos conocida, tenemos a Baraka. Aunque no lo hayas notado, si la has visto, al menos algo de ella: en "The Matrix Reloaded" (2003), en la escena en que Neo se enfrenta a El Arquitecto, cuando éste le cuenta sobre cómo diseñó la matriz, aparecen en los televisores del fondo multitud de imágenes del mundo. La mayoría de estas imágenes fueron extraídas de Baraka.

El subtítulo de la película es "Un mundo sin palabras". Y nos brinda eso, y sólo eso: nuestro mundo, y sin palabras, un poema inmenso al mundo en que vivimos. No hay un solo diálogo, ni un narrador (afortunadamente) que nos arruine lo puro de la imagen y sus sonidos. La película siempre se ha clasificado como documental, pero yo prefiero seguirla llamando una "película", a secas, como llamamos a las otras. Porque la película nos cuenta, nos dice, de nuestro mundo, los seres que lo pueblan, y lo que hacemos en él. Es la máxima narración visual.

Si al cine pudiéramos definirlo, muy sumariamente, como una narración audiovisual (en palabras más simples, nos cuenta una historia, apoyado en imágenes y sonidos), entonces estas dos películas serían las mejores muestras de esto: Casablanca, su historia, sus personajes y sus diálogos; Baraka, una narración en sonidos e imágenes.

* Diccionario de la lengua española

Artículo publicado en Ajoporro el 13 de abril del 2007